2003. 10 de julio. El periodista Fernando Viaña estaba contratado por la familia Schütz. Trabajaba en la calle el Bucaré, donde se ubica Kimberly Clark, la empresa de la familia. El miércoles 9 de julio, el desaforado presidente de Panamericana, Pedro Arbulú, lo invitó a su oficina, y en eso, Fernando divisó a Ernesto Schutz Freundt, y le pregunta por su presencia. “Fernando, vamos a regresar a Panamericana pasado mañana”. La desafección de la medida cautelar de Julio César Ortiz, de febrero del 2003, iba a ser ejecutada por Jorge Ramírez Velasco al día siguiente. Ese jueves 10, Ernesto, Pedro y Fernando, diseñaron la estrategia. Pero nunca se hizo pública “Eso sólo se le comunica a los interesados, y Schutz no era el interesado, sino un trabajador de apellido Gufermi”. Gufermi compró la deuda de Pantel con un banco de Francia, y se suscribió como acreedor. Como Genaro no le pagaba, acudió al juzgado y Ramírez le dio la razón. Mientras, el gobierno urdía una estrategia para que Genaro se quede con la sede de Alejandro Tirado.

Al día siguiente, a las 11 y media de la mañana, Beatriz Mejía, madre del hijo del secretario personal del entonces presidente, Alejandro Toledo; se encontraba en la sala del Dr. Federico Castro, ubicada en la av. Arequipa 1110, sede de Panamericana Televisión, cuando en eso lo llama un amigo colega desde el Poder Judicial y le anuncia que el canal va a ser entregado a Ernesto Schütz Freundt. “¿Qué? Pero si eso es ilegal”, gritó una desesperada Beatriz. Salió raudamente del edificio de la Av. Arequipa. En eso, se le han aparecido dos guardaespaldas de Ernesto, quienes la levantaron del brazo, como si se tratara de una plumita, y pese a sus casi cien kilos de peso, la colocaron en la vereda y sacado del lobby de la puerta, aunque luego se regresara por la puerta falsa. “Todo el mundo me dijo “tú eres bien brava, ¿por qué no volviste a tu casa?” Pero yo me volví a meter. Y he enfrentado el tema”. Según testigos, un hombre de mal vivir apodado “Coqui”, fue el que ordenó tirar polvo de los extintores a los socios de Ernesto, así como pintura amarilla, VTR, muebles, y los lubricantes para los equipos de transmisión, que fueron arrojados por todo el suelo de la recepción. Inteligentemente, Ernesto se quedó en la vereda de la Av Arequipa, junto a su mejor amigo, Pedro Arbulú. Acto seguido, las abogadas de Ernesto (Florencia Paz y Rosario Fernández), su gerente Federico Anchorena, y su productora estrella, Diana Quiroga; fueron agredidos a golpes y empujones, y al intentar cruzar la puerta de vidrio se resbalaron y cayeron, producto del lubricante arrojado. “Típico como de “Mi pobre angelito”. Y le dije a Coqui “Oye, tu te has mirado toda la película de Mi Pobre Angelito, ¿no?”. El recuerdo propio de una travesura de colegio, cuando se trató de una agresión por parte de malhechores.

Luego, Beatriz corrió hasta el edificio de Alejandro Tirado para ver lo que pasaba, y se dio cuenta que habían paralizado la ejecución de la medida cautelar que los favorecía (a los Schutz), porque una orden de un juzgado del Cono Norte, dirigido por la jueza Adriana Villanueva, le preguntan “Dra. Mejía, qué hace acá”, y le pasan la resolución (de Villanueva) desde atrás, y trató de leerla sin lentes. “Y ahora los necesito más”, recuerda. Leyó la parte resolutiva, y mandó a los abogados de Genaro a que dictasen una medida “para paralizar este atropello”. Cuando le pasaron la medida, creyendo que era de Julio César Ortiz; Adriana Villanueva, quien años atrás fue capacitada por Beatriz, le contó que la han visto suplicar por televisión a las 3 de la tarde. Beatriz se dirigió vía Pantel a la fiscal de la nación (Nelly Calderón), y al jefe de la Corte Suprema (Hugo Sivina) junto a un desafiante Alejandro Guerrero: “Cómo es posible que se esté gestando a vista y paciencia de la opinión pública una actuación delictiva, y nadie esté haciendo nada” mientras que Villanueva almorzando, y fue a buscar a Julio César. “Oye César, tú tienes que hacer algo”. César se moría de miedo, se hizo el loco. Pero Adriana lo vocifera: “Oye, ¿cómo es posible esto, por qué no plantea usted un amparo?” Y lo hizo en el acto. Federico Castro enseñó a la policía el fax donde se hallaba la resolución, y la policía no sabía qué hacer, porque Ernesto y compañía ya habían tomado el local de la Av. Arequipa. Y la medida de Jorge Ramirez Velasco fue obligadamente suspendida por el secretario judicial, y así se quedó “La gran cadena peruana”: con la señal y las sedes divididas.

LA VERDAD DE LA MILANESA

Otra es la versión de Fernando Viaña: “Mejía tenía un encargo que cumplir, fue vigilante de la justicia en una época, pero esta vez le tocó actuar a favor del presidente. Su papel era ese”. Los matones resistieron a la fuerza pública, y estuvieron a punto de lanzar por la ventana a Diana, Federico, Rosario y Florencia. Corrían las horas, eran las seis, ya estaba poniéndose el sol. Era invierno, como ahora. Les dijeron que iban a tomar la sede de Alejandro Tirado, pero vino el juez Ramírez con una auxiliar, y se cortaron los teléfonos de manera misteriosa, en la sede de Arequipa. Adriana envió un fax desde el Cono Norte hasta uno de las tantas tiendas de impresiones ubicadas en el edificio de prensa de Pantel, y con una fotocopia le dieron la resolución a Beatriz, y el grupo de Ernesto no pudo entrar.

Diana Quiroga, al llegar a la 1 y media a la sede de Panamericana encontró un contingente policial que en vez de ayudar a consolidar el ingreso del grupo de Ernesto, los dejó a la deriva. “No sabíamos que nos íbamos a encontrar con una manada de matones agresivos. Es más, la pobre jueza que nos acompañaba fue víctima de todo eso”. Entraron. Tanto ella como Anchorena, Paz y Fernández, lograron empujar en la puerta los matones, sin ningún apoyo de la policía. Y en ese forcejeo les arrojaron pintura amarilla desde el quinto piso. Los trabajadores estaban adentro, fueron testigos. En ese momento, estaban transmitiendo “La alegría del mediodía”, con Janet Barboza, junto a su gran amigo Guillermo Guille “maravilloso, mi maestro, que en paz descanse”, recuerda Diana. Se refugiaron en el programa en vivo. Los del programa los saludaron bonito, pero asustado por la cantidad de malhechores. Diana tenía que llegar arriba, al control maestro, y puso un casette de “Mil Oficios”, para que la señal no se vea afectada por lo que estaba pasando en ese momento. Corrió hasta el master control, y se encontró con el cabeza de controles, que hoy trabaja en Cable Mágico. Le dijo que tenían que salir en vivo, pero que había una bronca afuera. “Hay que proteger la pantalla, ¡la pantalla es sagrada¡”. Subió y bajó sin ningún problema, por su tamaño. Los matones pensarían que Diana era una trabajadora más. “Cuando teníamos la programación asegurada, en el camino recuerdo que vi muchas caras amigas, estaban las chicas de promociones, estaban las chicas que me sonreían. Cuando cortamos la programación, le avisé a Federico que ya había que subir, y subimos. Subimos los 4, y para suerte nuestra, había periodistas de otros canales, que nos acompañaban. Estaba Patricia Melgarejo, con su cámara, y estaba el periodista de Hildebrandt que es quien filmó a Diana. Llegaron al quinto piso, y Florencia ordena que entren a la oficina del directorio. “Rompe, nomás”. Era una puerta de triplay. Tenían que levantar el acta judicial, pero Diana levantó la mirada y distinguió toda una banda de delincuentes, cubiertos, agresivos. “Quisimos protegernos con una mesa y una silla, nos quisieron tirar un VHS, nos teníamos que coger la cabeza, tratamos de protegernos. Y nos comenzaron a tirar polvo de extintor, comenzamos a gritar “se ahoga, se ahoga (Federico).” Florencia y Diana no pudieron evitar gritar. Les gritaron “fuera, fuera, fuera”. El abogado nos tuvo que decir que teníamos que bajar, y bajé. Luego, Federico tuvo que subir a una ambulancia. “Yo no veía, estaban hinchados mis ojos. Sentí a un reportero de canal 2. Agarró su fotocheck y le pregunta quién era “soy del programa de Hildebrandt, tú quién eres?” Diana le respondió por su nombre. Le pidió ayuda. Tenía miedo. El reportero la cogió, y la protegió. La cubrió con su brazo. La sacó del infierno. Arriba estaba Federico protegido por su seguridad, mientras cuidaba a Rosario y a Florencia. Diana perdió a sus compañeros por unos instantes. La Arequipa tenía una zanja. Había carpas de solidaridad para ayudar a las víctimas del frío en la sierra. Encontraron a Federico, y corrieron a una ambulancia, mientras los periodistas se caían en la zanja. Intentaron entrar a la ambulancia. No quisieron atenderlos. Argumentó al paramédico que Federico tenía la presión alta. “Si usted no lo saca de acá, y le pasa algo, usted es responsable de eso”, le dijo. Se le aceleró mucho el corazón, le pegaron.

¿Pensó ud. que iba a morir?

“Yo estaba inconsciente. Llegamos a la clínica Internacional. Los matones intentaron muchas cosas. Uno cargaba una silla, otro trataba de tirarme…” Si no trataron de asfixiarlos, estuvieron a punto de hacerlo. Llegaron a la clínica. Estabilizaron a Federico. Llamó a Ernesto, y llegó a la clínica a las tres horas. Los médicos no podían dar de alta a Federico, les dijeron que si lo llevaban tenía que ser bajo su cuenta y riesgo. Pedro y Ernesto pagaron la atención en la clínica. Diana tuvo que hacerse pasar por su familiar. Estaba con el corazón en un hilo. Su familia vio todo por televisión, como mi madre, como todo el Perú, por Canal N. Su madre se asustó muchísimo. Regresaron a la Arequipa, y a los pocos minutos de llegar, Fernando les informa que Genaro se ha atrincherado en Alejandro Tirado, con una resolución por fax. Los días siguientes fueron de mucha angustia, cuando Genaro los amenazaba con retomar el local de Panamericana.

Una semana después, a las facciones de Genaro como de Schutz se les informa una resolución del Ministerio de Transportes que nos quita el transmisor “Y un imbécil que estaba a mi lado (recuerda Fernando) dijo “Y también el back up”, y tuvimos que cortar la transmisión, y yo tuve que buscar la música original de Panamericana, el Moon Moods” Tanto Fernando como Diana Quiroga evocaron con el tarareo de dicha melodía. “Me tocó la tristísima labor de bajar el switch de transmisión el día en el que nos quitaron la licencia. Iba a ser un mes, pero terminó siendo una semana. Genaro arregló. Federico pidió que pusieran el “Moon Moods”. Diana lloró al bajar la palanca del transmisor. “Fue tan fuerte apagar el canal de todos los peruanos. Fue lo más fuerte que me ha tocado en mi vida”, confiesa Diana.

Sobre las amenazas de Genaro de retomar el canal el 16 de julio, mientras que en Estados Unidos fallecía Celia Cruz, recordó el apoyo policial a la sede de la Av Arequipa. Pero Genaro tenía matones que fumaban droga en el sótano de Alejandro Tirado. Incluso, esos mismos matones aprovecharon el partido de eliminatorias entre Perú y Brasil, en noviembre, para intentar retomar el canal. En los meses en los que Ernesto transmitía a las provincias, Fernando se convenció de haber tenido en vilo al Perú ¿le gustaría que Ernesto lo vuelva a convocar? “Eso pregúntale a él”.

habla genaro

Sobre los cuestionamientos, Genaro asegura que son tonterías. Cuando Toledo entró al gobierno, dijo que había que quitar las licencias a América y Panamericana, y licitarlas. Ese día, Genaro reacciono y alegó ser socio de la empresa y propietario del 40% de la empresa. Asevera que nunca quiso estar en un directorio con Schütz. “Yo apoyo a Toledo, primero porque es presidente. Segundo, porque tiene números azules. Por supuesto, mucha gente no entiende qué es eso… era un buen momento para el Perú, y por esa razón lo apoyo. A los presidentes los apoya el ejército, al ejército no le vas a decir “ay, que ustedes son unos vendidos porque apoyan al presidente” Tienen que apoyar al presidente”

¿No habrá sido un error construir la sede de prensa de Canal 5? Porque Canal 5 se dividió durante once meses…

Me corrige. Para él Canal 5 nunca estuvo dividida, porque su administración siguió adelante, pese a que Ernesto tomó los estudios de la Av. Arequipa, y del Coliseo Amauta, que fue rematado luego de la crisis. “A pesar de que Ramírez fue defenestrado el mismo día, a pesar de que la resolución se anuló ese mismo día, ni el Poder Judicial ni Toledo, que podía hacerlo, quisieron mover a Schutz. Yo tuve que actuar en el Poder Judicial, y al año recién el Poder Judicial los botó”.

Sobre las tristemente célebres deudas con los empleados, asegura no haberle pagado a Bruno Pinasco porque nunca ha contratado “a ese chico”. En julio, en medio del plantón que realizaron los trabajadores, les dijo “Panamericana está ahí, vayan a cobrarle a Panamericana, el que contrataba era Panamericana, yo no he contratado, yo era un funcionario”. Sólo un funcionario. Ya no era dueño. Mejor confesión de parte, ninguna. Jura que se le fueron los anunciantes luego de la crisis, porque el canal no tenía rating. “Sucede que yo tenía un programa principal, que se llamaba “Al Fondo Hay Sitio”” Es evidente la confusión, cuando el único programa que tuvo Efraín Aguilar en el 5 fue “Mil Oficios”. Los años no pasan en vano. Cree que la única razón de la crisis es la falta de estudios para producir, y que la renuncia de Mávila Huertas y Michael Patzl es porque “el rating se movió al 4”, cuando Mávila confesó a “La República” que la administración de Genaro “los intentó tratar como monigotes”, como sí lo logró con Alvaro Maguiña y Jéssica Tapia.


LA PRODUCTORA rebelde

“Yo vi una sola vez en mi vida a Genaro”, asegura Diana Quiroga. Fue cuando le anunció a su renuncia, en febrero del 2003. Tenía ganas de verle la cara. Y enfrentarlo. La llamó su lugarteniente, el difunto Alfredo Yong. Respeta mucho a Alfredo. Piensa que fue un hombre de buen corazón, que murió en paz, y que creía que el lado de Genaro estaba bien. “Me trató muy bien”. En esos días, demoró dos días en empaquetar mis cosas para salir del canal.. Genaro trató de convencerla de que estaba equivocada, y que tenía que reivindicar la televisión junto a él. “Simplemente le dije que no me daba la gana” Encontró a un Genaro que se sentía poderoso. Lo define de esta forma: “No hay sinvergüenza mejor que él”. Cree que Genaro es el karma de Panamericana, pero reconoce que él la ha fundado con su familia, pero pensó que si Panamericana no era de él, no era de nadie. “Su egoísmo no le ha permitido darse cuenta que Panamericana es de todos los peruanos. Panamericana es el canal del Perú. Hay una muy buena etapa en la televisión, menos en Panamericana. Es irónico, no? Y es el canal de los peruanos”.

“Mil Oficios” tenía una ciudad construida. Le daba mucha melancolía caminar por el Amauta, viendo la estructura de Mil Oficios. Y era un pueblo fantasma, como esos pueblos donde corren las bolas de paja. Era un estudio de 2500 m2. Y probablemente, ese sería hoy el estudio más importante de la televisión peruana.

¿Qué debe pasar para que Panamericana vuelva a ser el canal líder? “Tiempo. Es cuestión de tiempo, nada más. Yo creo que va a volver a ser el canal líder”. Y Diana sonríe, pese a los recuerdos negros.